domingo, 23 de noviembre de 2008

El sexto elemento del zen: la naturalidad



La naturalidad como suavidad, en contraste con lo forzado, con la acción de violentar las cosas.
Para entender la naturalidad o suavidad del zen, es útil tener ciertos conocimientos sobre las nociones taoístas de yin y yang. Literalmente, yin y yang se refieren a los principios masculino y femenino. Se expresan en el contraste entre hombre y mujer, bien y mal, luz y oscuridad, dia y noche, positivo y negativo, explícito e implícto, fuerte y débil, etc. La pareja, expresada como yin-yang, es el emblema del taoísmo. Muestra las dos fuerzas cósmicas fundiéndose, con algo de yin en el lado yang y viceversa. Según la noción taoísta, es la interacción entre el yin y el yang lo que pone en movimiento el universo y crea toda la vida.
Mientras que la mentalidad occidental suele visualizar el bien y el mal como dos fuerzas opuestas, en que cada una intenta aniquilar a la otra, el taoísmo las imagina dependientes entre sí y complementarias. El yin-yang es el símbolo primordial de la tensión creativa, sin la cual la vida y el crecimiento no son posibles. La consideración de que los opuestos son complementarios es esencial en la actitud natural del zen hacia la vida.
Esta naturalidad es esencial para embellecer la vida y santificar el trabajo; supone seguir el ca mino de la naturaleza, no oponerse a ella. Evita los derroches de energía y mejora la productividad.
El opuesto de la naturalidad es la violencia, que significa cualquier acción que se opone a la realidad. En nuestra sociedad impera la violencia espiritual; la mayoría somos violentos de una forma u otra por falta de clarividencia ante la naturaleza de la realidad. A menudo ni siquiera nos percatamos de nuestra violencia. Un ejemplo pertinente sería la actitud antagónica ante la muerte. En la actualidad, la muerte no se acepta como un hecho inevitable de la vida y la tecnología médica está orientada a combatirla a toda costa. Tal violencia ha generado mucho sufrimiento en los pacientes y en la sociedad en su conjunto.
C.S. Lewis calificó el cristianismo de "religión combativa". Esta definción es engañosa: lo que Jesús enseñaba era el arte de "vencer mediante la derrota", una especie de judo espiritual. En el sermón de la Naturaleza, Jesús utilizó los pájaros del cielo y los lirios del campo para ilustrar el arte de la naturalidad. Adviértase que aunque los pájaros son alimentados y los lirios son vestidos por la mano invisible de Dios, también están expuestos a los elementos y a otros factores desconocidos. Los pájaros tienen predadores naturales y los lirios sufren sequías e inundaciones. También, al igual que nosotros, son vulnerables a los factores esenciales de la vida: la enfermedad, el envejecimiento y la muerte. En efecto, Jesús describió a los lirios como seres que "hoy están vivos y mañana son arrojados al fuego". La providencia no implica seguridad ni una existencia prolongada.
Sin embargo, tanto los pájaros como los lirios parecen capaces de adaptarse a su entorno y vivir sin preocupaciones, protestas ni quejas. Por tanto, preguntó Jesús, si esas "existencias inferirores" pueden hacerlo, por qué para nosotros, como seres humanos, es tan difícil hacer lo mísmo. Jesús alabó la naturalidad de los pájaros y los lirios; es ésta la que los permite vivir plenamente, a pesar de todo.
El principal objeto del sermón de la Naturaleza no es la providencia, sino el poder de la debilidad. Como ha señalado Alan Watts, los lirios son "frágiles y frívolos, suaves e inconsecuentes y por tanto poeseen las cualidades de esa sabiduría vegetativa tan despreciada por los que usan sus voluntades de hierrro y sus nervios de acero para luchar por las buenas causas y competir por lo justo".
Jesús enseñó que la espiritualidad no es una cuestión de resistencia o una exhibición de fuerza de voluntad. Lao Zi, fundador del taoísmo chino, señaló que "la bondad suprema es como agua". El agua es el maestro perfecto de la naturalidaad: toma la forma de cualquier recipiente donde se vierte. El agua no se resiste a la realidad; se adpata a ella. Es en esta capacidad de adaptación donde reside su fuerza superior. En el Tao Te Ching, Lao Zi subrayó la fuerza del agua:

La cosas más débiles del mundo pueden superar a las más fuertes. Nada es comparable al agua en cuanto a su naturaleza débil y flexible; sin embargo, nada ha demostrado ser mejor para atacar lo rígido y lo fuerte. Porque no hay otra alternativa a esto. Lo débil puede superar a lo fuerte, y lo flexible puede superar a lo rígido.

jueves, 13 de noviembre de 2008

Los dos místicos



Se trataba de dos amigos con una gran tendencia hacia la mística. Cada uno de ellos consiguió una parcela de terreno donde poder retirarse a meditar tranquilamente.
Uno de ellos tuvo la idea de plantar un rosal y tener rosas, pero enseguida rechazó el propósito, pensando que las rosas le originarían apego y terminarían por encadenarlo. El otro tuvo la misma idea y plantó el rosal.
Transcurrió el tiempo.
El rosal floreció , y el hombre que lo poseía disfrutó de las rosas, meditó a través de ellas y así elevó su espíritu y se sintió unificado con la madre naturaleza.
Las rosas le ayudaron a crecer interiormente, a despertar su sensibilidad y, sin embargo, nunca se apegó a ellas.
El amigo empezó a echar de menos al rosal las hermosas rosas que y podría tener para deleitar su vista y su olfato. Y así se apegó a las rosas de su mente y, a diferencia de su amigo, creó ataduras.

Nota:A veces hablamos de las ataduras, el apego, de los bienes y u objetos,,,, etc. pero a lo que tenemos que renunciar es a la posesibidad y la ignorancia, tú puedes poseer lo que sea pero no apagarte a ello