El ser humano es un ser puramente espiritual por naturaleza, no es sólo un cuerpo, es un ser espiritual dentro de un cuerpo. Su tendencia natural es que ese ser espiritual se manifieste y una de las formas de manifestarse es mediante el crecimiento interior. Paradójicamente, es imposible crecer en un mundo ideal, sin obstáculos. Son nuestras respuestas a estos estímulos “negativos” y no los estímulos en sí, los que desarrollan o no nuestra capacidad combativa. Cuando alguien nos trata bien, respondemos bien, si nos tratan mal respondemos mal. En realidad no estamos haciendo uso de nuestra capacidad de libre elección sino que nos convertimos en un reflejo del exterior, en otras palabras, actuamos de forma condicionada. El hábito de responder de un modo condicionado al estímulo es uno de los factores que impiden nuestro crecimiento. Hemos aprendido, no a crear nuestra propia respuesta sino a vivir pasivamente la respuesta que se produce con arreglo al estímulo, ya sea positivo o negativo. Respondemos según lo aprendido y nos pasamos la vida repitiendo las mismas respuestas ante los mismos estímulos. Por eso nuestra vida se convierte en una lucha constante en la que se buscan los estímulos positivos y se huye de los negativos. Esto hace que estemos manipulando el exterior para este fin y a la vez somos manipulados también por ese exterior.
Otro factor que impide nuestro crecimiento es el modelo de comportamiento que nos impone el exterior. El exterior nos dice cómo hemos de ser y cómo no hemos de ser. El exterior incluso nos dice cómo debemos pensar y cómo debemos sentir. Si no cumplimos con el modelo entonces somos juzgados y condenados, criticados y rechazados por ese exterior. Aceptando este modelo del exterior nos estamos impidiendo ser espontáneos. Lo exterior pasa a ser la norma. Dejamos de ser nosotros mismos y hasta nos prohibimos crecer.
Todo esto tiene mucha importancia en el desarrollo del niño ya que a posteriori condicionará su vida de una forma u otra. Desgraciadamente en esta sociedad se valora más la forma de ser (lo que impone el modelo) que el ser (la realidad profunda del individuo).
Debemos de darnos cuenta en qué medida todo esto está influyendo en nosotros. Como ignoramos lo que está pasando en nosotros, porque no lo miramos, sólo nos damos cuenta de que vivimos insatisfechos y por eso tratamos de conseguir satisfacción con los medios que hemos adquirido con nuestra experiencia como son buscar una personas determinadas, unos estímulos determinados, unas ideologías y circunstancias más favorables que creemos que producen en nosotros un estímulo de esperanza, de amor, de satisfacción. En definitiva, siempre vamos buscando que el exterior nos de bajo la amenaza que el exterior nos lo quite. Estamos viviendo fuera de nosotros y asi es imposible que podamos encontrarnos a nosotros mismos. Idealizamos y proyectamos.
La única forma de poder cambiar todo esto, de poder darnos cuenta de qué nos está pasando es simplemente “mirar”, no pensar, porque al pensar estamos juzgando y cuando pensamos en algo nos convertimos no sólo en sujeto pensante sino en objeto pensado y entonces es cuando surge la confusión. Por eso tan solo hay que mirar, sin más. Es la única manera de darnos cuenta.
Todo lo que he dicho aquí está dicho con mis palabras pero pertenece a Antonio Blay, uno de los más destacados “hombres” que ha dado este país. Mi más sincero agradecimiento hacia él por el gran trabajo que hizo.
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Y ahora quisiera dejar un texto de alguien a quien considero un hermano y que es muy apropiado para este escrito, por su lucidez, por su brillantez y por su contundencia:
“A veces para nacer hay que morir primero, pero lo que hay que matar son los viejos convencionalismos que no nos han llevado a ninguna parte, que nos hacen sentir culpables, vulnerables, que no somos lo suficientemente buenos, que no merecemos nada.
Nos han enseñado que la vida tiene un gran sentido y cuando no se lo encontramos nos desesperamos, nos sentimos vacíos y nos queremos morir, pues yo te voy a decir una cosa, la vida no tiene ningún sentido pero es una gran oportunidad para buscar uno, las respuestas a tantas preguntas posiblemente sea nada y sólo los valientes pueden vivir en esa nada, pero esa nada nos da la oportunidad para hacer muchas cosas.
El secreto de la vida es conocerte, aceptarte, amarte y conectar con el centro de tu ser.
Todos estamos solos, la compañía es sólo una ilusión, los demás sólo son un bonus, debemos ser felices sin ninguna razón, sin esperar nada, el que no puede ser feliz simplemente porque si, el que necesita algo externo jamás será feliz, siempre pospondrá su felicidad, siempre buscará alguna excusa para no ser feliz.
Ahora bien, los sentimientos y los pensamientos debemos aceptarlos y rendirnos a ellos, así que llora y desahógate todo lo que puedas, no te reprimas nunca por ninguna razón porque hace gran daño.
Todo es cuestión de actitud y comenzar de nuevo es muy difícil, es un camino largo, yo llevo más de tres años en la lucha, pero vale la pena.
La mente es un infierno, hay que aprender a manejarla no dejes que se apodere de ti, tómate una oportunidad, eres valioso porque eres parte de la creación, eres parte del todo.
Recuerda que todo es cuestión de actitud y que somos nosotros los que decidimos como reaccionar a las cosas.
Los deseos hay que tenerlos pero hay que soltarlos porque si nos aferramos a ellos se convierten en una fuente inagotable de sufrimiento.
Eres todo lo que tienes que ser y mientras busques algo más nunca lo encontrarás.
Tú no eres tu ego, tú eres mucho más que eso.
Deja de estar distraído, deja de estar dormido y ¡despierta a la vida!”
Luis Monroy Saladén