domingo, 29 de junio de 2008

La luz que nunca se apaga



Si pensamos que ya lo hemos visto todo nos engañamos, solo nos preocupamos de los problemas y no somos capaces de ver las maravillas de la vida. vídeos como este me hace recordar lo que suelo olvidar con facilidad.
No viniendo al caso sí creo que venga, porque estas imágenes bien refleja lo que todos llevamos dentro, los temores avanzan en oscuridad, pero es luz que todos llevamos dentro reniega de ser apagada, los colores de ese fenómeno es nuestra fortaleza.

Para vosotros queridos amigos.
Y también para ti Xan Kai Sen que sé que estás ahí aprendiendo igual que nosotros.

sábado, 28 de junio de 2008

El amor

En sánscrito, la palabra dhyan significa atención o concentración y de ella proviene el término zen.

Con el tiempo, la palabra dhyan pasó a ser ch'an en chino y zen en japonés. Zen es un camino hacia la paz interior con base en la meditación serena y en una vida de amor y desasimiento. Dhyan o zen es estar en el ahora y disfrutarlo plenamente, es amar libremente con una conciencia despierta.

Difícil intento en medio del agite, las carreras, el ruido y el empeño obsesivo por el poder o por manipular. Tú te amas y eres inteligente si creas el hábito de detenerte, vivir el instante, y vives relaciones sin cadenas.

A la mente le fascina flagelarse con el ayer o sufrir con el mañana, mientras la vida se escapa en el ahora. Tu felicidad crece cuando prescindes de todo lo que te atrapa en el plano material, aquietarte y trascender.

La paz de tu alma está en cultivar la aceptación y el desapego, y no estar atado a nada ni a nadie. Algo que solo alcanzas si te amas mucho y no pones tu felicidad fuera de ti mismo. No sufres con el apego si tomas conciencia de la impermanencia de todo, y prefieres ser a tener.

Detrás del apego hay miedos y detrás del miedo una fe débil y un amor precario. Cuando eres capaz de renunciar a todo sin quejarte o deprimirte, entonces todo lo tienes y fluyes en la vida. Jesús, Buda y Lao Tse, amaban sin amarras, porque el amor llenaba del todo sus vidas y su corazón.

Un maestro de desapego fue el filósofo Diógenes, y lo demostró ante Alejandro Magno: "Pide lo que quieras", le dijo el emperador. "Solo te pido que te hagas a un lado para poder gozar del sol", respondió Diógenes.

Otro gran maestro del desasimiento fue Francisco de Asís y por eso, decía: "cada vez deseo más poco, y lo poco que deseo lo deseo poco".

El amor genuino es libre y liberador, el amor genuino nunca es posesivo, es inmensamente respetuoso. El amor que ilumina la vida respeta la autonomía de los demás y nunca posee ni manipula. ¿Así es como amas? Para lograrlo, primero elige quererte mucho y aprender a manejar la soledad.

Solo puedes amar cuando no tienes miedos, y aceptas que el otro se puede ir sin que te deprimas. Lo amas, pero no lo necesitas para ser feliz, porque eres feliz sin apegarte y sin depender. ¿Qué pierdes cuando te aferras a los que dices amar como se pegan las parásitas a un árbol?

Sacrificas tu felicidad, pierdes tu libertad, sufres en demasía y también haces sufrir. Un amor posesivo frena tu proceso y el del otro.

Por eso, necesitas cultivar un amor sin atadura y aceptar que cada ser es independiente. No es fácil, pero ese es el camino y lo logras con una vida espiritual intensa, en la que Dios llena de tal modo tu vida que no te ves impelido a paliar vacíos emocionales con relaciones dependientes y sufrientes.

Gonzalo Gallo González

viernes, 27 de junio de 2008

En el desierto

Dos personas estaban perdidas en el desierto. Estaban muriendo de hambre y de sed.

Finalmente, llegaron hasta una alta pared. Del otro lado podían oír el sonido de una cascada y pájaros cantando. En lo alto, podían ver las ramas de un abundante árbol que se extendía sobre la parte superior del muro. Su fruta parecía deliciosa.

Uno de ellos se las arregló para trepar por la pared y desaparece del otro lado. El otro, en cambio, volvió al desierto para ayudar a otros viajeros perdidos a encontrar su camino al oasis.

********

lunes, 16 de junio de 2008

Extracto de un libro.

Os pongo un extracto del libro que estoy leyendo como "deberes" a ver qué pensáis.

Es una conversación del Lama Thubten Yeshe (ya fallecido)que fueron impartidas durante la segunda gira mundial que Lama Yeshe. La conversación se basa sobre la mente, éste extracto sobre las enfermedades de la mente.

De acuerdo con la psicología del Buda y con la experiencia de los lamas, la enfermedad es algo más profundo que la mera expresión manifiesta de los síntomas clínicos. Mientras permanezca en la mente el océano de la insatisfacción, el más mínimo cambio en el entorno puede bastar para hacer emerger un problema. A nuestro entender, el mero hecho de ser susceptible a futuros problemas muestra que esa mente está enferma. Todos los que estamos aquí ahora somos básicamente iguales en lo que se refiere a la insatisfacción mental y, en consecuencia, un pequeño cambio en nuestras circunstancias externas puede hacemos enfermar. ¿Por qué? Porque el problema básico se halla en nuestra mente. Es mucho más importante erradicar el problema básico que pasarse toda la vida intentando resolver los problemas superficiales y emocionales. El enfoque occidental no pone término a la experiencia continua de problemas; sólo sustituye un problema que se cree haber resuelto por uno nuevo. Entonces, mi problema básico, ¿ es el mismo que el suyo? Sí. El problema básico de todos nosotros es lo que llamamos ignorancia -no comprender la naturaleza de la mente insatisfecha-. Mientras se tenga este tipo de mente, uno se encuentra en el mismo barco que los demás. Esta falta de habilidad para percibir la realidad no es un problema exclusivamente occidental ni exclusivamente oriental. Es el problema de los seres humanos. ¿ El problema básico es el desconocimiento de la naturaleza de la mente? Correcto, así es. ¿ Y la mente de todos los seres tiene la misma naturaleza? Sí, la misma naturaleza.

El problema básico en Oriente y Occidente es el mismo. Lama, según he entendido, el problema básico es que los individuos pierden el contacto con su propia naturaleza. ¿ Cómo ocurre eso y por qué? Una razón es que estamos preocupados con todo lo que ocurre fuera de nosotros. Estamos tan interesados en lo que sucede en el mundo de los sentidos que no nos damos tiempo para examinar lo que está pasando en nuestras mentes. Jamás nos preguntamos por qué el mundo sensorial nos resulta tan interesante, por qué las cosas aparecen como lo hacen, por qué respondemos a ellas de esa manera. No estoy diciendo que tengamos que ignorar el mundo exterior, pero deberíamos dedicar la misma cantidad de energía a analizar nuestra relación con él. Si logramos comprender la naturaleza del sujeto y del objeto, podremos poner fin a nuestros problemas de un modo definitivo. Quizá pienses que tu vida es perfecta desde el punto de vista material, pero también deberías preguntarte: "¿Estoy plenamente satisfecho? ¿Es esto todo cuanto existe?" Puedes indagar en tu mente: "¿De dónde viene realmente la satisfacción?". Si comprendes que la satisfacción no depende sólo de los factores externos, podrás disfrutar de tus posesiones materiales y también de la paz mental.

domingo, 8 de junio de 2008

El ángel que quiso ser hombre

Este relato se lo he pedido prestado a mi amigo Craven. Espero que os guste.


Esta es una historia de amor, pero no una historia de enamorados. Es la historia de un ángel. La historia de un ángel que renunció a su condición divina para ser hombre. Conozco bien esta historia porque él mismo me la contó. Yo la contaré como la siento, o quizá...como el la sentía.

No hace mucho hubo un ángel, uno cualquiera; era como todos los ángeles. Era feliz por lo que era, no por lo que tenía, no por lo que hacía. Pero un día, un día como otro cualquiera, sintió la necesidad de ser hombre. Y asi, cabizbajo acudió a hablar con Dios. Él ya sabía a qué venía el ángel y, antes de que pronunciara una sola palabra, le dijo:

"Nadie te ata para que estés a mi lado. Serás lo que tú quieras ser. Tan solo quiero que sepas que con el tiempo olvidarás quién eres. Eso es propio de mi creación más perfecta: el hombre. Pero no temas, todos los hombres tienen la capacidad de volver a ser quienes son, solo tienen que recordar y elegir ser. Desea todo lo que quieras, no hay límites, no te preocupes de si actuas bien o si actuas mal, tan solo preocupate de que tus deseos no se conviertan en necesidades. Ve, y recuerda que nunca estarás solo por muy dificil y dolorosa que sea la situación que se te presente".

Y asi, el ángel se mezcló entre los hombres, como un hombre más...

Como hombre que era conoció todo tipo de situaciones, supo del amor y del desamor. Supo de la envidia, de las traiciones y del odio. Supo de la indiferencia, de la tristeza y del dolor. Supo de la amistad, de la sinceridad y de la desconfianza, del miedo, del orgullo; supo del ego y de la necesidad de ser amado y alabado. Era un hombre y había olvidado.

Con el paso del tiempo empezó a tener otras necesidades. Se sentía vacio. Había vivido grandes experiencias, había gozado y había sufrido, había deseado todo lo que los hombres puedan llegar a desear, pero habia hecho de esos deseos una necesidad. Y un dia tuvo un recuerdo, recordó que podía elegir, pero en lugar elegir "ser" eligió "hacer". Fué entonces cuando se dedicó a los demás. Y cuanto más dedicaba su tiempo a los demás, más creía estar aprendiendo. Es cierto que ayudó a muchos hombres y mujeres a encontrar su camino, sin embargo, el suyo propio era cada vez más incierto. Llegó a ver en el corazón de la gente, llegó a comprender; era capaz de darse cuenta de todo lo que sucedía a su alrededor. Nada escapaba a sus sentidos, ni el más mínimo de los detalles. Sabía de todos los sufrimientos y de todas las alegrías, de todos los secretos mejor guardados, de todas las verdades y mentiras de la gente que le rodeaba...pero era incapaz de descubrir su propia verdad. Y sufría, sufría lo indecible.

Escuchó muchos consejos de gente que le quería pero ninguno de ellos era adecuado para él. Cultivó su mente, estudió, aprendió de diversas culturas, pero tan solo adquirió conocimientos, conocimientos que eran útiles para otras personas, pero no para él.

Pero un dia presenció algo muy doloroso para él, algo tan doloroso que todo su ser se retorció tan profundamente que pensó que moriría de pena. Se retorció tanto que pudo verse a sí mismo...y entonces fue cuando recordó quién era y se dió cuenta de que todo lo que había aprendido en su vida de hombre no le servía para nada porque no lo necesitaba. Comprendió que sus deseos no podían convertirse en necesidades, recordó que el amor es lo mas importante de la vida, pero sobre todo el amor para con uno mismo. Entendió que nada ni nadie podían ser tan importantes como para anteponerlos a él mismo. Entendió que el sufrimiento es solo una elección y que podia ser feliz por lo que ya era y no por lo que hacía. Y fue entonces cuando empezó a dejar atrás todo lo que había conseguido en su vida de hombre: dejó cosas, soltó a las personas a las que había ayudado; las dejó marchar de su mente y las guardó en un lugar de su corazón; dejó atrás los pensamientos que el mismo se había creado y que tanto le torturaban, rompió con las normas y las reglas que se había autoimpuesto...

Y por primera vez en su vida de hombre sonrió como nunca habia sonreido. Por primera vez tuvo paz y felicidad duradera. Tan solo tuvo que mirar hacia su interior y...recordar.

FIN

Yo solo puedo añadir a esta historia una cosa: "Si crees que lo sabes todo es que no has entendido nada"

viernes, 6 de junio de 2008

¿Hacer o ser?



Me pregunto porqué le damos tanta importancia a "hacer" y dejamos de lado el "ser". Parece una pregunta simple y carente de profundidad. Pero no busco la profundidad, sino la simpleza. Hacer nos divierte, nos distrae de los problemas cotidianos, nos enriquece. Hacer evita que perdamos nuestro tiempo, que es limitado, que es incierto. Hacer da para mucho, sin embargo "ser" es navegar por la abstracción, por lo intangible, por lo difuso. Pues no. No somos lo que hacemos, realmente no sabemos lo que somos por eso nos queda el "hacer" como via de escape. No descarto el hacer, pero el hacer es algo secundario. Nuestra vida pasa y no somos, solo hacemos. No nos damos cuenta de quienes somos y de quienes queremos ser, solo hacemos, pero no hacemos para hacer, hacemos para olvidar, para olvidar que ya somos. Tan solo tenemos que recordar. No hay nada que aprender, solo es preciso recordar, y esto sólo es posible siendo. El "hacer" es como la carretera de esta preciosa fotografia, el "ser" es como el rio de la misma foto. Pero nos empeñamos en que sea al reves: el hacer el rio, el ser la carretera.
El dia que en que nos permitamos "ser", el hacer ya no será un objetivo sino una fuente inagotable de alegría y felicidad, porque nacerá de nuestro ser y no tendrá caducidad.

domingo, 1 de junio de 2008

La reunión de Artes Marciales de los Gatos

Hace 200 años, en Japón, antes de la Restauración Meiji, existió un maestro de Kendo llamado Shoken, su hogar estaba invadido por una inmensa rata. Esta es una historia inusual de gatos y ratas.
Cada noche la rata grande llegaba a la casa de Shoken y lo mantenía despierto. Tenía que dormir durante el día. Consultó a un amigo que se dedicaba a criar gatos, algo así como un entrenador de gatos. Shoken le dijo, "Préstame tu mejor gato".


El entrenador le prestó un gato de callejón, extremadamente rápido y un muy ávido cazador de ratas, con garras firmes y músculos de gran fuerza. Pero cuando se enfrentó cara a cara con la rata en la habitación, la rata no cedió terreno y el gato tuvo que darse la vuelta y correr. Había algo decididamente especial con aquella rata.


Shoken consiguió entonces un segundo gato, uno de color jengibre, con un ki increíble y una personalidad agresiva. Este segundo gato no cedió terreno, de esta manera el gato y la rata lucharon; pero la rata lo superó y el gato tuvo que realizar una presurosa retirada.


Buscó un tercer gato, uno de color blanco y negro, lo enfrentó a la rata pero no corrió mejor suerte que los dos anteriores.


Shoken consiguió un gato más, el cuarto; era negro, viejo y no estúpido, pero no era tan fuerte como el gato de callejón o el gato color jengibre. Entró al cuarto, la rata lo miró un poco y avanzó. El gato negro se sentó, imperturbable, y se mantuvo completamente inmóvil. Un titubeo cruzó la mente de la rata. Se acercó cautamente poco a poco; estaba sólo un poquito asustado. Repentinamente el gato la agarró por el cuello, la mató y se la llevó arrastrando.


Posteriormente Shoken fue a ver a su amigo entrenador de gatos y le dijo, "Cuantas veces he perseguido a esa rata con mi espada de madera, pero en vez de golpearla me rasguñaba; como pudo tu gato negro deshacerse de ella?"


El amigo le dijo, "Lo que deberíamos hacer es citar a una reunión y preguntarle directamente a los gatos. Tu eres un maestro de Kendo, tú haz las preguntas; estoy bastante seguro de que todos entienden sobre artes marciales".


Así que hubo una reunión de gatos, era presidida por el gato negro que era el más viejo de todos. El gato de callejón tomó la palabra y dijo, "Soy muy fuerte".


El gato negro preguntó, "Entonces por qué no la venciste?"


El gato de callejón respondió, "Créanme, soy muy fuerte; sé cientos de diferentes técnicas para atrapar ratas. Mis garras son fuertes y mis músculos me dan un largo alcance. Pero esa rata no era una rata común y corriente".


El gato negro dijo entonces, "Entonces tu fuerza y tus técnicas no se compararon con las de aquella rata. Tendrás mucho músculo y muchas waza, pero la habilidad sola no fue suficiente. De ninguna manera!"


El gato jengibre habló: "Soy enormemente fuerte, estoy constantemente ejercitando mi ki y mi respiración a través de zazen. Me alimento de vegetales y sopa de arroz, por ello tengo tanta energía. Pero me fue imposible vencer a la rata. Por qué?


El gato negro respondió, "Tu actividad y energía son grandes, es cierto, pero la rata estaba más allá de tu energía; eres más débil que la gran rata. Si estás fijándote en tu ki, orgulloso de él, se transforma en algo así como grasa. Tu ki es sólo una explosión transitoria, no puede durar y todo lo que queda es un gato furioso. Tu ki puede compararse con el agua que fluye de una llave; pero el de la rata es como un gran geyser. Esa es la razón por la cual la rata fue más fuerte. Aunque tengas un ki muy fuerte, en realidad es débil pues confías demasiado en ti mismo."


Le llegó el turno de hablar al gato blanco y negro, quien también había sido vencido. El no era muy fuerte, pero era inteligente. Tenía satori, había terminado con waza y utilizaba todo su tiempo practicando zazen. Pero no era mushotoku (eso es, sin metas ni deseos de victoria), y él también se vio forzado a correr para sobrevivir.


El gato negro le dijo, "Eres extremadamente inteligente y fuerte también. Pero no pudiste vencer a la rata pues tenías un objetivo, de tal manera la intuición de la rata fue más efectiva que la tuya. En el instante que entraste a la habitación entendió tu actitud y estado mental y fue por eso que no pudiste vencerla. Te fue imposible armonizar tu fuerza, tu técnica y tu conciencia activa; se quedaron separadas en vez de unirse en una.


"Mientras que yo, en un instante único, usé todas esas tres facultades inconscientemente, natural y automáticamente, y de esa manera me fue posible matar a la rata.


"Pero conozco un gato, en un pueblo no muy lejos de aquí, que es más fuerte aún que yo. El es muy, muy viejo y sus bigotes son grises. Lo conocí una vez, y ciertamente no hay nada que indique que es fuerte! Duerme todo el día. Nunca come carne ni siquiera pescado, sólo genmai (sopa de arroz), aunque a veces toma unas gotas de sake. Nunca ha atrapado una sola rata pues le tienen un miedo mortal y se apartan de él como hojas al viento. Se mantienen tan alejadas que nunca tiene la oportunidad de atrapar ni siquiera una. Un día entró en una casa completamente infestada de ratas; bueno, todas las ratas desaparecieron en ese mismo instante y se fueron a vivir en otras casas. Las podía espantar en sus sueños. Ese gato barbagris es misterioso e impresionante. Deben ser como él: más allá de las posturas, más allá de la respiración, más allá de la conciencia."

Para Shoken, el maestro de kendo, esta fue una gran lección.

En zazen, ya estás más allá de posturas, más allá de la respiración, más allá de la conciencia.