A veces me pregunto por qué nada es nunca lo que parece y por qué nadie es nunca quien parece o quiere parecer ser. En estos días de profunda reflexión, en los que he podido mostrarme tal cual soy, ante los demás y ante mi mismo, me pregunto: ¿Es cierto todo lo que veo? ¿Es cierto todo lo que me cuentan?. ¿Por qué esa necesidad de ser lo que no se es, sentir lo que no se siente, hacer lo que no se quiere hacer, estar sin estar...?
Dejando de lado cualquier credo o religión, cualquier filosofía, cualquier creencia en general, y si me atengo a lo que soy, sin ningún tipo de juicio, sin la necesidad de salvarme, sin manejar conceptos como el ego, el ser y el no ser...me pregunto: ¿Y ahora qué? ¿A qué me estoy agarrando? ¿Por qué hago lo que hago?. No soy nada de lo que la gente cree, la gente no es lo que cree ser. No tengo nada y es cuando no tengo nada que soy, no lo que creo ser sino quien verdaderamente es. Todo ocurre como ha de ocurrir porque fundamentalmente, el arquero apunta siempre hacia sí mismo.