sábado, 24 de mayo de 2008

¿Oyes los maullidos?

Por: Francisco Javier Nieves Aguilar

Un samurai, feroz guerrero, pescaba apaciblemente a la orilla de un río. Pescó un pez y se disponía a cocinarlo cuando el gato, oculto bajo una mata, dio un salto y le robó su presa. Al darse cuenta, el samurai se enfureció, sacó su sable y de un golpe partió el gato en dos. Este guerrero era un budista ferviente y el remordimiento de haber matado a un ser vivo no lo dejaba luego vivir en paz.

Al entrar en casa, el susurro del viento en los árboles murmuraba miau. Las personas con la que se cruzaba parecían decirle miau. La mirada de los niños reflejaba maullidos.

Cuando se acercaba, sus amigos maullaban sin cesar. Todos los lugares y las circunstancias proferían miaus lancinantes. De noche no soñaba más que miaus. De día, cada sonido, pensamiento o acto de su vida se transformaba en miau.

Él mismo se había convertido en un maullido… Su estado no hacía más que empeorar. La obsesión le perseguía, le torturaba sin tregua ni descanso. No pudiendo acabar con los maullidos, fue al templo a pedir consejo a un viejo maestro Zen.

-- Por favor, te lo suplico, ayúdame, libérame.

El Maestro le respondió:

-- Eres un guerrero, ¿cómo has podido caer tan bajo? Si no puedes vencer por ti mismo los miaus, mereces la muerte. No tienes otra solución que hacerte el haraquiri. Aquí y ahora. Sin embargo, soy monje y tengo piedad de ti. Cuando comiences a abrirte el vientre, te cortaré la cabeza con mi sable para abreviar tus sufrimientos.

El samurai accedió y, a pesar de su miedo a la muerte, se preparó para la ceremonia. Cuando todo estuvo dispuesto, se sentó sobre sus rodillas, tomó su puñal con ambas manos y lo orientó hacia el vientre. Detrás de él, de pie, el Maestro blandía su sable.

- Ha llegado el momento-- le dijo-, empieza.

Lentamente, el samurai apoyó la punta del cuchillo sobre su abdomen. Entonces, el maestro le preguntó:

-- ¿Oyes ahora los maullidos?

-- Oh, no, ¡Ahora no!

-- Entonces, si han desaparecido, no es necesario que mueras.

En realidad, todos somos muy parecidos a ese samurai. Ansiosos y atormentados, miedosos y quejosos, la menor cosa nos espanta. Los problemas que nos preocupan no tienen la importancia que les otorgamos. Son parecidos al miau de la historia. Ante la muerte, ¿qué cosa hay que importe?

7 comentarios:

Anónimo dijo...

Feliz y maravilloso domingo para tod@s!!!

gracias Fuego por el cuento, muy instructivo!!

A menudo nos enojamos cuando las situaciones, las personas no responden a nuestras espectativas... entonces actuamos en disconformidad a nuestras creencias más básicas y esta incoherencia nos lleva a un torbellino mental del cuál no podemos escapar...

Las cosas siempre son relativas... nos damos cuenta de ello cuando la vida te pone delante algo relamente contundente...entonces todo se frena en seco..toda nuestra atención recae sobre ello..y aquéllo q tanto nos inquietava ahora prácticamente no existe!!

Recordemos esto y demos a cada circunstancia, a cada acontecimiento el valor que merece...No nos dejemos distraer por las pequñas cosas de la vida...

Disfrutemos de la VIDA!!!

UN ABRAZO!!!

Fuego dijo...

Hago un kit kat a eso de hincar los codos que ando ya densa.

Exactamente Sóni, pero añado que esas "expectativas" que teníamos de la gente la hemos creado nosotros; las causas que hemos creado y que luego no han sido como nosotros esperábamos es los que no lleva a la desilusión de esas personas, esas personas no tiene la culpa de las causas que tú te has creado de ellas. Luego por ese error nosotros acarreamos con el desengaño y las consecuencias que ello nos trae. Si tu no creas expectativas de nadie nadie te podrá desengañar nunca.

Las personas son como son pero luego nosotros le damos el valor que a lo mejor no merecen.

Algún correo que llevo atrasado de dos o tres días lo contesto, y mientras me tomo un neski pinto un mándala y de nuevo a torcer codos.

Dicha tarde del domingo para todos.

Anónimo dijo...

Totalmente de acuerdo bonita!!!
Disfruta con tus cosas...mimitos para tus codos, para tus ojos..para tu mente...!!!

besoooossss!!

Anónimo dijo...

Lo único que tenemos es pensamiento,,,todo es pensamiento,,
El error está en hacerlo real,,y darle fuerza.
Aniquila ese pensamiento y volveras a estar en paz contigo mism@.
Es casi imposible no tener esos pensamientos,,lo único util es darse cuenta y dejarlos pasar...fluir,,,
Somos humanos.
Bueno,,,
Un poco tarde ,,aun así feliz domingo
Un abrazo a tod@s...
Fuego,,,,vigila tus codos,,,,,poquito de "algodones????jejeje, P

Fuego dijo...

jeje, de eso se trata Sóni, de mimar la mente :P

Y a los pensamientos ha llegado nuestra bicha petete :P

Aunque hay algo mas que pensamiento, cielo, tenemos el alma; lo único que no tiene impurezas, o como lo llaman los tibetanos el "Rigpa" (mente superior)la clara luz que es la naturaleza budica o la naturaleza de la mente, luego está la mente "Sem" (mente inferior) la mente pensante que es la que oscurece a la rigpa, pero sobre la mente, perdón,la mente no, los pensamientos (Que son los que están en la Sem) que son las causas del oscurecimiento de la mente, sobre los pensamientos completamente de acuerdo, los pensamientos son las impurezas que nos hace errar tanto, como ya se ha dicho el ego, el apego, el temor, el odio y un ect se genera en los pensamientos (ellos a la vez están en la mente Sem, siempre van cogidos de la mano a todos sitios)

Joé, tanta mente, tanta mente y ya me está entrando mentitis... :P

Bisitos mis niñas, buena semana y sed muuuuu felices.

Antonio dijo...

Pues si, estoy de acuerdo con todas vosotras. La práctica es otra cosa. Le damos excesiva importancia a cosas que quizá no la tengan, y digo quizá porque cada cual es cada cual.No hay nada seguro en esta vida, solo la muerte e incluso a esta solo debríamos darle la importancia que realmente tiene, ni más ni menos. Pero ¿cómo le ponemos el cascabel al gato?

Fuego dijo...

Es muy facil cielo ponerle el cascabel al gato.

una vez encontrado el gato lo coges, si es salvaje lo coges por las patas para que no te arañe y otra persona te ayuda con la cabeza, una vez identificado el susodicho te pones a la tarea con empeño y cuando lo tienes cogido con esa ayuda ya todo viene rodando y es factible el poder ponerle el cascabel al gatito.
El gato intentará arañarte, se retorcerá, tendrá fuerza pero tu empeño deberá ser superior y al final podrás salirte airoso de tu tarea.

Que la luz te acompañe para que consigas ponerle el cascabel