domingo, 23 de marzo de 2008

La luna no se puede robar.





Ryokan, un maestro zen, vivía de la forma más sencilla posible en una choza al pie de una montaña. Cierto día, por la tarde, estando él ausente, un ladrón se introdujo en el interior de la cabaña, solo para descubrir que no había allí nada que pudiese ser robado.
Ryokan, que regresaba entonces, se encontró con el ladrón en su casa.
‘Debes haber hecho un largo viaje para venir a visitarme’, le dijo, ‘y no sería justo que volvieras con las manos vacías. Por favor acepta mis ropas como un regalo’.
El ladrón estaba perplejo, pero al fin cogió las ropas y se marchó.

Ryokan se sentó en el suelo, desnudo, contemplando la luna a través de la ventana. ‘Pobre hermano’, se decía. ‘Ojalá pudiese haberle dado esta maravillosa luna’.

2 comentarios:

Antonio dijo...

Puro Zen. Hay quien no tiene nada y sin embargo lo tiene todo.
;-))))))))))))

Fuego dijo...

Saxto, saxtamente :)

Sólo hay que mirar a la luna en el momento adecuado para darte cuenta que por poco que tengas lo tienes todo, hay quienes lo tiene todo y no tiene nada.

Por cierto, malegro de verte de nuevo por aquí, jeje.

Tashi delek.